viernes, 27 de julio de 2012

Mi mejor amiga, mi hermana.

Sé que la entrada anterior también fue por ella, ¿y qué? Se merece eso y más.
Creo que es una persona... cariñosa, amable, agradable, simpática, con una sonrisa preciosa, unos ojazos verdes que dejan muerto a cualquiera, con un corazón que no le cabe en el pecho. Es alguien increíble a más no poder, de esas personas que crees que no vas a encontrar nunca.

La conocí por casualidad, por cotillear. Ha sido el cotilleo más importante de mi vida, el que ha marcado un antes y un después metiéndola a ella en mi vida.
Siempre que he necesitado algo, ha sido ella quien ha estado ahí, siempre que he soltado una jodida lágrima, ha sido ella quien ha estado ahí, siempre que mis sonrisas han sido lo más grande, ha sido porque ella estaba conmigo, enseñándome a sonreírle al mundo pase lo que pase.

Ahora no es que esté pasando por su mejor momento, la verdad que lo está pasando jodido. Por eso escribo todo esto, para que vea que me tiene aquí, como el primer día, que aun que hace unos meses las cosas fueran distintas, sigo estando aquí para ella, para cuando ella lo necesite. 
Porque siempre ha sido así, y es prácticamente imposible que cambie todo eso. 

Reina, decirte que sabes que no voy a faltarte nunca, que sabes que eres mi gran punto de apoyo y que quiero ser el tuyo, que me da impotencia tenerte tan lejos ahora mismo, no poder abrazarte como te mereces, porque eres muy grande. No sabes cuanto. No dejes por nada del mundo que te hundan, que borren tu sonrisa, porque tu me has enseñado que nadie tiene que dejarte abajo, que puedes con cualquier cosa.
No dejes de sonreír nunca, por favor. Te amo, mejor amiga. Que sé que no te lo digo nunca, pero sabes que es así. 

Siempre juntas, hermana.